Juan Manzur es el hombre que le dijo a una ministra: “poné a alguien que los escuche y después hacemos lo que nosotros queremos”. Cuando inició su primer mandato, en el medio de protestas sociales y presentaciones legales, ya hizo eso. Convocó a instituciones, ciudadanos y hasta trajo grandes oradores en el marco de Tucumán Dialoga. Yo participé en las jornadas de ricos aportes, pero el Gobierno hizo lo que quiso. Asistimos a un montaje: pusieron a alguien que nos escuche y no hicieron nada.
Alguien habrá asesorado a Manzur con que eso iría a darle más legitimidad a su gobierno. Generaron las condiciones para intercambios, pero sólo se elaboró un informe que hoy duerme en la Legislatura. Allí se plantearon problemas urgentes de la sociedad, pero es evidente que no lo son para ellos. ¿Quién cambiaría las pautas de un juego que les ha permitido gobernar durante décadas?
En los últimos cinco años hemos visto a los mismos personajes en los mismos cargos, a pesar de la ineficiencia de sus gestiones. La casta política mediocre sólo ha pasado de ser alperovichista a manzurista por una razón: mantenerse en sus puestos, y podrían hacerlo una y otra vez. La ciudadanía agotada es víctima, pero también es responsable por su adormecimiento. Así, se consagró una Legislatura de adeptos y se permitió que avancen sobre la Justicia. Mientras tanto, vivimos alarmantes índices en seguridad, déficit habitacional, salud y tantos más.
Como políticos, el gobernador y su vice, Osvaldo Jaldo, no han sido más que grandes empresarios. A los Gobiernos no se los desestabiliza cuando se los critica; los gobernantes deben escuchar el clamor popular preocupado y deben producir cambios que generen resultados. La casta dirigente parece no haberse enterado de lo que pasa y duele, pues la agenda del Gobierno no es la agenda del pueblo.
La única verdad es la realidad, dijo Aristóteles. Por nuestro territorio, Perón popularizó la frase… Y la realidad es que en Tucumán, lejos de apostar por las tres T que promueve el Papa Francisco, tierra, trabajo y techo, gobiernan las tres C: corrupción, ceguera y clientelismo. Sean capaces de desempolvar los documentos de Tucumán Dialoga. No hace falta volver a gastar en jornadas y montar una escena. Lean y actúen para hacer de Tucumán de nuevo la Cuna de la Independencia que supo ser.